Ágoraa diario la arena política

realidad en blanco y negro...

Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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martes, 27 de diciembre de 2011

Mantenimiento del rumbo

opinión. Agora...a diario 27/12/2011


Maximiliano Basilio Cladakis

  

 El año se encuentra ya concluyendo y las medidas tomadas por el Gobierno no hacen más que confirmar que, tras el aplastante triunfo de octubre, Cristina Fernández de Kirchner continúa manteniendo firmemente el rumbo iniciado en 2003. El giro hacia la derecha, anunciado por derechas e izquierdas opositoras, no llegó. Por el contrario, el nuevo mandato comienza de la misma forma en que el año finaliza: el kirchnerismo se afirma a sí mismo, sosteniendo y profundizando el proyecto a partir del cual construyó su identidad a lo largo de ocho años.

   Más allá de la Ley Antiterrorista (que merece un tratamiento aparte), las leyes aprobadas por el Congreso la semana pasada y propulsadas por el oficialismo, son muestras contundentes de lo dicho. El Estatuto del Peón de Campo, la limitación de la tenencia de tierras en manos extranjeras y la legislación acerca del papel de diarios, que declara de interés público su fabricación, son medidas que profundizan la vida democrática de los argentinos. Precisamente, tal vez el rasgo más característico del kirchnerismo, desde su origen, haya sido ese: profundizar la democracia, sin reducir esta al formalismo abstracto pregonado desde cierta verborragia republicanista, exenta de contenido, de algunos voceros de la oposición político-mediática. Por el contrario, el kirchnerismo ha profundizado la democracia en un sentido real, concreto, donde forma y contenido se presentan indisolublemente unidos.

   La restitución del derecho al trabajo digno frente a la explotación ilimitada de terratenientes y corporaciones campestres (derecho, como tantos otros, arrebatado por la última dictadura cívico-militar); el coto a la extranjerización de la tierra, extranjerización cuyas consecuencias posibles encierra la de la perdida de soberanía, tanto territorial, como alimentaria; la afirmación del derecho inalienable a la información y a la expresión, cercenado durante décadas por los oligopolios mediáticos, dueños al mismo tiempo de los diarios y del material que hace posible la existencia de los diarios; estas tres medidas convergen en la realización de un sentido más pleno de la democracia, a partir del cual el Estado reconoce e instaura el derecho de las mayorías y de los sectores vulnerables de la población.

   No se trata de una cuestión menor. En un mundo donde varios de los países centrales adoptan como respuesta a la crisis económica el cercenamiento de derechos laborales, sanitarios y educacionales en pos de los intereses del sector financiero, la Argentina Kirchnerista se muestra como contraejemplo del “primer mundo”, “contraejemplo” que puede, por su parte, ser visto como “ejemplo”. El kirchnerismo,  como fuerza política y como emergencia de la identidad nacional-popular, comienza, pues, su tercer ciclo sosteniendo y profundizando el camino seguido hasta el momento; aún en un mundo donde la crisis internacional doblega la voluntad de lideres mundiales, tanto conservadores como progresistas.

  Ya se ha dicho varias veces que “a la izquierda del Gobierno está la pared” (quien escribe suele repetirlo a menudo).  En este sentido, cuando se ve a cierto sindicalismo (hasta hace un tiempo aliado al kirchnerismo pero que hoy tiene, según palabras de su máximo dirigente, la relación “suspendida” con el Gobierno), realizar reclamos donde se entremezcla cierta retórica clasista con la fraseologia macartista de la derecha peronista de los ´70, para luego ser aplaudido por lo más recalcitrante de la dirigencia política y sindical vernáculas, no se hace sino afirmar lo dicho.

    Hasta ahora, el flamante segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no cambió de rumbo, ni giró hacia la derecha, sino más bien, todo lo contrario. Lo que no es tan seguro es que el cambio no haya sido llevado a cabo, o no vaya a serlo, por antiguos aliados que, motivados por recelos, envidias y aspiraciones de conducción frustradas, coloquen el interés particular por sobre el interés colectivo.


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