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Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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martes, 6 de diciembre de 2011

El Destino Común de América Latina

opinión. Agora...a diario 06/12/2011



Maximiliano Cladakis



   El encuentro entre Cristina Fernández de Kirchner y Hugo Chávez realizado en la apertura de la reunión de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) puso de manifiesto, una vez más, los lazos profundos que unen  a América Latina. En el artículo “Las imágenes y las palabras” publicado en Página 12, Jorge Coscia, habla de “raíces históricas” y de “destino común”. El encuentro entre estos dos mandatarios fue un claro ejemplo de ambos fenómenos y del vínculo intrínseco entre ellos.

   El encuentro derivó en un extenso y profundo diálogo acerca de la historia de nuestros pueblos. Hubo miradas compartidas, admiración común por varios héroes (el nombre de Manuel Dorrego fue mencionado tanto por la mandataria argentina como por el líder bolivariano), una misma perspectiva con respecto a las causas que acarrearon las grandes calamidades de la región. Tanto en las palabras de Cristina Fernández de Kirchner como en las de Hugo Chávez se reconocían esas raíces históricas compartidas por nuestros pueblos, la convergencia de nuestras “patrias chicas” en torno a la Patria Grande Latinoamericana.

   Como señala Coscia, esas mismas “raíces históricas” compartidas por los pueblos latinoamericanos hacen a su destino común. Como ya ha sido remarcado durante dos siglos por los hombres más preclaros de nuestro Continente, desde Bolívar al Che, desde Mariategui a Perón, el destino de cada nación latinoamericana se encuentra estrechamente ligado al de la región. Precisamente, el texto que Chávez leía con atención y entusiasmo durante el encuentro (y sobre el que trata el artículo de Coscia) era Historia de la Nación Latinoamericana de Abelardo Ramos. En efecto, como su título lo indica, la obra es un análisis histórico de ese destino común, que va desde los anhelos independentistas hasta la balcanización a la que fuera sometida la región por parte de las grandes potencias mundiales.

   Sin embargo, vale aclarar, la  idea de “Destino común”  no debe ser interpretada ni  en clave determinista ni en clave fatalista. Por el contrario,  se trata de la articulación entre el pasado y el presente por medio de una apuesta política. No se trata, en forma alguna, de que la historia ya esté escrita, sino de que los pueblos latinoamericanos comparten y compartirán una misma suerte, sea esta cual fuese. La historia pasada, la historia ya acontecida, coloca los términos y los márgenes a partir de los cuales hacemos nuestra propia historia. Como dice Marx en El 18 Brumario: “los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”.

   En América Latina, pues, las determinaciones históricas, en sus dimensiones económicas, sociales, incluso geopolíticas, nos colocan ante una doble posibilidad sobre la cual llevar a cabo las acciones políticas que realicen nuestro destino común: por un lado, la unidad y la emancipación; por otro, la fragmentación y la dominación. En este sentido, tanto el Presidente de la hermana República Bolivariana de Venezuela como nuestra Presidenta comparten, además de su mirada hacia el pasado, una apuesta por la primera opción; es decir, por la unidad y la emancipación. Se trata, por lo tanto, de una apuesta que hunde sus raíces en lo más profundo de nuestra historia y, también, en lo más noble de nuestras aspiraciones.






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