Ágoraa diario la arena política

realidad en blanco y negro...

Maximiliano Cladakis-Edgardo Bergna editores. Organo de opinión política de Atenea Buenos Aires. Radio Atenea y Agora Buenos Aires

Escriben: Leandro Pena Voogt-

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miércoles, 3 de noviembre de 2010

El cuerpo utópico

opinión. Agora...a diario 02/11/2010

Agustín I. Ostachuk




“Es el espejo y es el cadáver los que asignan un espacio a la experiencia profunda y originariamente utópica del cuerpo; es el espejo y es el cadáver los que hacen callar y apaciguan y cierran sobre un cierre –-que ahora está para nosotros sellado– esa gran rabia utópica que hace trizas y volatiliza a cada instante nuestro cuerpo. Es gracias a ellos, es gracias al espejo y al cadáver por lo que nuestro cuerpo no es lisa y llana utopía”.

(Michel Foucault)







Néstor Kirchner falleció el miércoles pasado a la mañana. A partir de ese momento, primero en Plaza de Mayo y luego en Casa Rosada, cientos de miles de personas se acercaron a darle su despedida final. Entre las muchas y variadas muestras de apoyo, se escuchaba “Néstor era uno de nosotros”, “Néstor era un par”. Estos comentarios apuntaban en general a su actitud y modos desestructurados, informales y fuera de cualquier protocolo.



Yo creo que Néstor Kirchner “era un par” porque hizo lo que cualquiera de nosotros (no en sentido estricto, claro) hubiera hecho en su lugar: no usó su poder soberano para ejercerlo sobre sus “súbditos” (el pueblo) en forma de captación, sustracción, apropiación o extorsión, sino que hizo uso de su poder, como consecuencia de ésto limitado, para desafiar y enfrentarse a poderes superiores, o más reales.



La irreverencia de Kirchner puede interpretarse como una forma de decir “estoy más allá de sus disciplinas y controles reguladores, de sus numerosas y diversas técnicas para sujetar mi cuerpo e invadir mi vida”. Justamente esta actitud desafiante era la que suscitaba la ira y la crítica de sus más acérrimos opositores, quienes lo denunciaban de apartarse de las normas socialmente establecidas y de buena “convivencia”. Se hacía una insistencia casi obsesiva en marcar su carácter sanguíneo, y cómo éste condujo al desarrollo de problemas cardiovasculares y, finalmente, a su muerte prematura. Su carácter se muestra como símbolo de posesión de características retrógradas y extemporáneas, propias de una época donde “el poder habla a través de la sangre”, y que son completamente inadecuadas en una época donde el poder se ejerce por control, regulación y ajuste a una norma.



En este sentido, la muerte de Kirchner se presenta como una demostración más, radical, inexorable e irreparable, de que él es el único capaz de administrar su vida, su cuerpo y sus convicciones. Demuestra también que sus ideas estaban encarnadas indisolublemente en su cuerpo, al decir en su discurso de asunción a la presidencia: “No pienso dejar mis convicciones en el umbral de la Casa Rosada”. Podría asegurarse también, sin temor a equivocarse, que los ideales y convicciones de Kirchner se encarnaron en los cientos de miles de personas que hicieron su cuerpo presente en la despedida final de los restos carnales del ex-presidente.



Su muerte no equivale a un suicidio, una pérdida infructuosa o estéril que quedará en el olvido. Su muerte es un legado a continuar y profundizar ese camino: la lucha por una sociedad más justa e igualitaria, que no es otra cosa que la lucha contra los poderes que quieren reducir a la vida, por sujeción y control, a un producto con una vida útil limitada y descartable.



Parafraseando a Foucault entonces, Néstor Kirchner, ahora sin cuerpo, es “lisa y llana utopía”.

1 comentario:

Goliardo dijo...

Este es el articulo que te comentaba el otro dia:

http://tallerlaotra.blogspot.com/2010/11/los-pibes.html