La importancia del fortalecimiento de los lazos de integración regional entre los pueblos de América Latina quedó en evidencia (por si alguien todavía tenía dudas) el último jueves, cuando se intentó llevar a cabo el frustrado golpe de Estado contra el Gobierno de Ecuador. Precisamente, en un artículo publicado el último domingo en Página 12, Atilio Borón sostiene que una de las causas de que el golpe haya fracasado fue la rapidez con que los demás países de la región se solidarizaron con el legítimo Gobierno de Rafael Correa. En efecto, la prontitud con que Néstor Kirchner, apenas iniciado el golpe, como Secretario General de UNASUR, convocó a una reunión extraordinaria con los mandatarios de los países que integran este organismo y la rapidez con la que estos mandatarios viajaron a Buenos Aires, fueron muy importantes para el reestablecimiento de la normalidad democrática en el país hermano. La totalidad de los presidentes convocados repudiaron el intento golpista y se comprometieron en la defensa de la democracia ecuatoriana. La condena, por parte de UNASUR, al golpe, implicaba un fuerte condicionamiento para los sectores comprometidos con dicha acción, ya que, en el caso de proseguir y de lograr sus expectativas golpistas, tendrían serias complicaciones internacionales, tanto en el plano diplomático como comercial.
En este sentido, a diferencia de los que plantea la oposición local, UNASUR demostró una fuerte capacidad de acción. Sin lugar a dudas, se trata de un organismo de suma importancia para la articulación de los intereses y preocupaciones regionales. Esta articulación, por su parte, se evidencia como fundamental para la defensa de la institucionalidad y bienestar de cada uno de los países que la integran.
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